Los compuestos farmacéuticos activos (CFA) son sustancias químicas presentes en los medicamentos que, una vez liberadas en el medio ambiente, pueden generar alteraciones endocrinas en organismos acuáticos, afectando la biodiversidad de los ecosistemas de agua dulce y marina. La correcta eliminación de estos compuestos de las aguas residuales es crucial para prevenir estos efectos negativos. A continuación, exploraremos en detalle el impacto de los CFA, las técnicas de remoción disponibles, y las estrategias más efectivas para evitar la contaminación del agua y proteger la vida silvestre.
Los sistemas endocrinos de los organismos regulan importantes procesos biológicos como la reproducción, el crecimiento y el metabolismo. Sin embargo, la exposición a ciertos contaminantes, conocidos como disruptores endocrinos, puede alterar estas funciones, afectando la salud y la reproducción de muchas especies acuáticas. Entre los contaminantes más preocupantes se encuentran los compuestos farmacéuticos activos (CFA), presentes en los desechos de medicamentos humanos y veterinarios que llegan a los cuerpos de agua.
La presencia de CFA en ríos, lagos y océanos puede llevar a cambios en la fisiología y el comportamiento de especies acuáticas como peces y anfibios. Esto no solo compromete la salud de estos organismos, sino que también puede desequilibrar las cadenas tróficas y la estructura de los ecosistemas.
Los CFA incluyen una amplia variedad de sustancias como antibióticos, analgésicos, hormonas y antidepresivos. Estos compuestos se utilizan ampliamente en la medicina humana y veterinaria, y muchos de ellos no se metabolizan completamente en el cuerpo, lo que significa que son excretados en su forma activa y terminan en las aguas residuales.
A través de procesos como la lixiviación de vertederos, la escorrentía agrícola y la eliminación inadecuada de medicamentos, los CFA llegan a los ríos y lagos. Allí, incluso a bajas concentraciones, pueden alterar el equilibrio hormonal de los organismos acuáticos, provocando problemas de reproducción, cambios de comportamiento y alteraciones en el desarrollo.
Los CFA pueden actuar como disruptores endocrinos al imitar, bloquear o alterar las funciones de las hormonas naturales. Estos cambios pueden llevar a efectos como la feminización de especies de peces machos, la disminución de la fertilidad y la modificación de la relación entre machos y hembras en las poblaciones afectadas.
Por ejemplo, estudios han demostrado que la exposición a ciertos compuestos hormonales presentes en anticonceptivos puede reducir la tasa de reproducción de algunas especies de peces, afectando la dinámica de las poblaciones locales. Además, los anfibios son especialmente vulnerables a estos cambios, ya que sus etapas de desarrollo dependen en gran medida de señales hormonales precisas.
Los CFA llegan al agua principalmente a través de:
Eliminar los CFA del agua es esencial para proteger a los organismos acuáticos y prevenir alteraciones endocrinas. La remoción adecuada de estos compuestos ayuda a mantener el equilibrio ecológico y la salud de los ecosistemas acuáticos, así como a garantizar la calidad del agua para el consumo humano.
Los CFA son sustancias químicas presentes en medicamentos que pueden contaminar los cuerpos de agua y actuar como disruptores endocrinos, afectando la salud y la reproducción de organismos acuáticos.
Los CFA pueden llegar al agua a través de aguas residuales urbanas, el uso agrícola de estiércol contaminado y la eliminación incorrecta de medicamentos en el hogar.
Algunas de las técnicas avanzadas más efectivas incluyen la adsorción con carbón activado, la fotocatálisis avanzada, y la nanotecnología. Estas técnicas pueden eliminar de manera más eficiente los compuestos farmacéuticos activos (CFA) en comparación con los métodos convencionales de tratamiento de aguas residuales.
La biorremediación utiliza microorganismos y plantas acuáticas para degradar o absorber los CFA presentes en el agua. Es una alternativa sostenible que puede ser aplicada en zonas donde los métodos químicos o físicos son menos viables.
El monitoreo constante permite detectar la presencia de CFA a niveles bajos y evaluar su impacto a largo plazo en los ecosistemas acuáticos. Esto ayuda a las autoridades a implementar medidas correctivas a tiempo y proteger la biodiversidad.
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